La caja de marfil by Somoza Jose Carlos

La caja de marfil by Somoza Jose Carlos

autor:Somoza, Jose Carlos [Somoza, Jose Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga
ISBN: 9788439710530
editor: Mondadori
publicado: 2005-08-31T22:00:00+00:00


EL HOMBRE

11

El hombre es Dios.

En cierto modo, claro. Igual que Dios es hombre. Es decir, a su imagen y semejanza. No exactitud: semejanza. Porque el hombre conoce sus limitaciones y vive con los pies en la tierra. Quien busque en él alguna de esas pamplinas adjudicadas comúnmente a los lunáticos pierde el tiempo. Sin embargo, por propiedad conmutativa, si el hombre es imagen de Dios, Dios es imagen suya. Diáfano, piensa. Este razonamiento no tiene resquicios. A diferencia de esta carretera, que sí los tiene.

El hombre camina por el arcén derecho. No es un error: es que al otro lado se encuentra el barranco. Y, aunque no le atemoriza, le apetece ser precavido. Cuando pasea por la carretera de la sierra, como en este instante, suele escoger el flanco rocoso, que es el más seguro, por mucho que coincida con el costado prohibido para el peatón. Sin embargo, a esas horas del amanecer no hay coches. Es la ventaja de pasear temprano. La desventaja es la oscuridad, pero al hombre no le importa, incluso trabaja con ella. Se siente a salvo en la oscuridad.

También se siente a salvo porque ha tomado ciertas medidas. Muy necesarias, por otra parte, ya que la semana anterior cometió la grave equivocación de creer que podía revelar lo que había aprendido. Ahora se arrepiente, pero el error ya está reparado. Ha pasado gran parte de la noche yendo y viniendo con el todoterreno por la carretera del norte. Lo más difícil fue encontrar la casucha de tejado de zinc; lo más fácil, allanarla. Ahora está cansado, necesita dormir casi por primera vez en toda su vida, pero su satisfacción es tal que ha tenido que celebrarlo dando un paseo a pie antes del amanecer.

Ha sacado al perro a que menee un poco el rabo. Fuc, fuc, lo azuza. El morro húmedo y feo se arrastra por la hierba. No, aquí no se hace, ya te he enseñado, fuc, fuc. Es lunes último de agosto y el perro ha pasado el fin de semana bastante nervioso. El hombre lo atribuye al cambio de tiempo. Los días se acortan, el aire viene viciado de frío, quizá llueva. Todos los perros perciben eso antes que los meteorólogos. En cambio, ¿cuántos de estos últimos son capaces de roer huesos y mear alzando una pata? Vamos, es sólo un chiste, que conste. Una broma tonta, ¿entendido? El hombre no suele gastarlas, pero a ratos le entretienen. Nunca se reiría de nadie sin una buena razón, y cuando lo hace, se ríe con inteligencia. Hay que tomarse la risa en serio.

Esto le hace recordar una de las historias que ha leído. Un cura visita en la prisión a un tipo condenado a muerte por el asesinato de varios niños. Cuando el reo está a punto de confesarse, se produce una especie de milagro: una gran luz le permite escapar. El cura lo sigue. Aparecen en una isla tropical, fastuosa, decorada con un encaje de plantas que bordan, incansables, agujas de libélulas y colibríes.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.